Los Juegos Olímpicos más esperados de la historia, tras ser aplazados hace un año por la pandemia, quedaron oficialmente “abiertos” este viernes por el emperador japonés Naruhito y el pebetero, encendido por la tenista Naomi Osaka, ya ilumina el cielo de Tokio, después de una ceremonia sin público en el Estadio Olímpico y con restricciones en el tradicional desfile de los deportistas.
La ceremonia tuvo lugar ante menos de 1.000 personalidades y dirigentes para minimizar los riesgos de la pandemia del Covid-19, en un estadio con capacidad para 68.000 personas.
En un mundo que sigue viviendo pendiente del covid-19, la ceremonia tuvo un aire menos festivo al habitual, muy lejos del que se vivió en 2016 en Rio a ritmo de samba.
Y los primeros campeones olímpicos no tardarán en conocerse: el sábado por la mañana en Tokio (noche del viernes en Chile) se disputará la final femenina de tiro con carabina a 10 m, tras la que se entregará la primera medalla de oro de las 339 que se distribuirán en la quincena olímpica.
Los temores a que los más de 11.000 deportistas llegados de todo el mundo puedan convertirse en un foco de contagio al Covid-19 han provocado que la mayoría de los japoneses se muestren contrarios a los Juegos, según las encuestas.
Los Juegos se disputarán con Tokio en estado de emergencia, y con 1.979 nuevas infecciones el jueves, la cifra más alta desde el invierno boreal en Japón, que pese a sumar unos 15.000 muertos desde el inicio de la pandemia, ha quedado más protegido al virus que muchos otros países.
Pero cientos de japoneses se acercaron a los alrededores del Estadio Olímpico para vivir el ambiente, aunque tuvieron que ver la ceremonia a través de la pantalla del teléfono móvil.
Otra señal de la antipatía del país anfitrión por esta edición de los Juegos: varios de los principales patrocinadores de la cita, como las multinacionales Toyota, Panasonic, Fujitsu y NEC, no enviaron representantes a la ceremonia.
En la decisión de mantener los Juegos también se mezclan intereses económicos. Japón ha gastado casi 15.500 millones de dólares en el evento, con un sobrecoste de 2.700 millones por el aplazamiento y las medidas sanitarias implantadas.
Los organizadores japoneses no solo han tenido que enfrentarse a los problemas derivados de la pandemia, sino también a varios escándalos que han manchado su imagen, con la dimisión de cuatro de sus responsables desde febrero.
En el plano deportivo, algunas competiciones han echado ya a andar, como el fútbol y el sóftbol y este viernes en remo y tiro con arco.
Los organizadores esperan que con la aparición de las estrellas, el público japonés vaya aumentando su apoyo a los Juegos para que se conviertan en un éxito y que en el futuro solo se hable de las hazañas en la pista de atletismo, la piscina o el gimnasio.